|ETC.PE|: Hasta hace poco, era un líder gremial que supo convencer y ganar más adeptos para hacerse Presidente del Bicentenario, alto honor que lo consiguió en nombre de los pobres y los pueblos más olvidados del país.
Levantando la bandera de la lucha contra la discriminación al cholo campesino, al provinciano, al cobrizo, incluso al analfabeto e ignorante, y la otra bandera que enarbolaba era la lucha contra la corrupción, resumida en: “no más pobres en un país rico”.
Irónicamente; hoy Pedro Castillo está destituido, vacado por incapacidad moral (corrupción) y detenido por disolver el Congreso – sin conseguirlo siquiera.
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Otra vez más, los que creyeron en Alejandro Toledo, Ollanta Humala y ahora último, en Pedro Castillo, quedan decepcionados
Como nación nos hundimos cada vez más en el caos social, político y moral, por culpa de aquellos políticos personalistas sin compromiso nacional, de aquellos que usan la política como un instrumento para saciar sus ambiciones individuales de enriquecimiento ilícito; grandes delincuentes de la democracia (buena parte, todavía, están en este Congreso).
Reitero, la corrupción está enquistada en el ADN cultural del peruano (legado de Francisco Pizarro y de quienes nos invadieron en nombre de la conquista española), es una realidad que avergüenza.
Está probado que todos los partidos políticos en nuestro país, unos más que otros, tienen militantes cuestionados, deshonestos y corruptos; entonces también, queda la tarea de combatirlos al interior de cada organización.
Quizás esta vida no nos alcance para cambiar el mundo, pero; sí podemos, por lo menos, empezar cambiando para bien, uno mismo; compromiso que debemos asumirlo.
En medio de toda esta crisis, también no puedo dejar de decirlo que, siento la alegría de ver a mi linda tierra Chalhuanca en Palacio de Gobierno, pues Dina Boluarte Zegarra es chalhuanquina de pura cepa, por sus venas corre sangre Chanca, de aquellos que resistieron a los aguerridos Inkas y se ganaron su respeto.
También, re-creo imaginariamente a Simón Bolivar en su cuartel general de Chuquinga (Chalhuanca), lugar donde estuvo antes de conseguir la independencia de Perú y América Latina, con el triunfo de la batalla de Junín y Ayacucho en 1824. Al recordar esto, albergo la esperanza que la Presidencia de Dina Boluarte quede registrada como un hecho histórico de liberación de la corrupción, de la mediocridad y la miseria al que los políticos de la República nos han sumido; y a partir de esta chalhuanquina se escriba otra historia del Perú para nuestros hijos; quizás yo ya no viva para contarlo, pero me bastará ver sentar las bases de ese futuro promisorio.
¡Viva Chalhuanca! ¡Causachun Perú!
Por: Lita Román Bustinza