|ETC.PE|: La parroquia San Ildefonso de Barranca sorprendió este domingo al anunciar la suspensión de la misa de las 7:30 a. m., debido a que los sacerdotes no lograron descansar por el estruendo proveniente de discotecas que operan durante la madrugada en zonas residenciales cercanas al templo, como el jirón Grau, la avenida Primavera y la Plaza de Armas de Barranca.
A través de un comunicado colocado en la puerta del recinto religioso, la comunidad parroquial expresó su indignación y responsabilizó directamente a las autoridades locales por no supervisar ni fiscalizar estos establecimientos nocturnos.
“Están atentando contra los derechos fundamentales de los ciudadanos”, advierte el aviso.
“Lamentamos que, después de 300 años de celebrarse misas dominicales a primeras horas, hoy se vean suspendidas por la poca gestión de las autoridades”, añade el documento.
El hecho ha generado preocupación tanto en los sacerdotes como en la población católica de Barranca, quienes consideran que el ruido nocturno ya no solo afecta el descanso, sino también la libertad de culto y la tradición religiosa de la ciudad.
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Vecinos del centro de Barranca respaldaron la decisión de la parroquia y exigieron medidas urgentes para regular el funcionamiento de discotecas y bares, especialmente en lo referente a los horarios y niveles de sonido en zonas residenciales durante los fines de semana.
Este problema no es nuevo. Desde el año anterior, la parroquia San Ildefonso ha venido denunciando la falta de control municipal sobre los locales nocturnos. Incluso en 2024, la misma parroquia suspendió una misa dominical por motivos similares. En aquella ocasión, el alcalde Luis Ueno se comprometió públicamente a buscar una solución, promesa que hasta la fecha no se ha concretado.
“Pensamos que el problema había sido resuelto, pero los disturbios nocturnos no solo persisten, sino que se han intensificado”, comentaron miembros de la comunidad.
Cumpla con sus compromisos asumidos.
Incluso, líderes religiosos advirtieron el año pasado que podrían abandonar la ciudad debido al descontrol, la inseguridad y la ausencia de autoridad que impera en la zona.
Finalmente, se exhortó al alcalde Luis Ueno a cumplir con los compromisos que él mismo prometió solucionar. Es lamentable que, tras más de un año, no haya hecho absolutamente nada. La comunidad de Barranca ya no acepta más excusas ni promesas vacías: exige acciones concretas que devuelvan la tranquilidad a sus calles y el respeto que merecen sus templos y su vida espiritual.
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