|ETC.PE|: A menudo observo a muchos padres muy preocupados con los resultados académicos de sus hijos, esperando buenas calificaciones y merecidos diplomas como reconocimiento a su esfuerzo, pero ello a veces a costa de mucha presión y hasta llegando al arribismo (llegar a a la cima sin importar a quien pisamos en el camino) es entendible esa posición, aclarando que no abogamos por dejar en segundo plano la formación académica, al contrario esta debe venir complementada con el desarrollo de habilidades que hoy conocemos como inteligencia emocional, que ayuda a que los niños enfrenten los retos de la vida de manera positiva y ayuda a reducir o evitar el sentimiento de frustración y favorece el conocimiento de las emociones, ayudando a expresarlas de manera efectiva y así, encontrar soluciones. concretas ante cualquier problema por el que obligatoriamente nuestros niños y jóvenes tienen que transitar.
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Las familias ven en la educación uno de los factores más decisivos en la vida de cualquier persona. Lo malo, que la nota académica de los hijos se ha vuelto para los padres una obsesión, una senda que parece marcar de por vida la línea divisoria entre el éxito y el fracaso.
La solución a esas paradojas pasa por no perder de vista la diferencia entre inteligencia racional e inteligencia emocional. Los datos indican que hay una correlación entre la inteligencia racional y las llamadas habilidades blandas, los conocimientos, habilidades y las posibilidades de encontrar trabajo o el tipo de puesto al que se accede.
Las políticas educativas deben perfilarse teniendo en cuenta esta regla general, otra es la realidad al analizar casos particulares. Que un niño tenga una mala nota o un coeficiente intelectual (CI) por debajo de la media no quiere decir que vaya a tener un mal futuro profesional.
Las políticas educativas deben desarrollarse considerando la inteligencia emocional
Y lo mismo pasa con un superdotado con un alto rendimiento académico, no quiere decir que valla a tener un futuro brillante “Ni los fundamentos de la genética ni la teoría de la educación actuales sostienen que estemos condenados al éxito o al fracaso medido solo con la inteligencia racional.
Entonces la pregunta que queda pendiente es si el sistema educativo está preparado para inculcar a sus alumnos las habilidades y destrezas que valora hoy el mundo laboral como son:
La capacidad de adaptación a los cambios, trabajar en equipo, controlar el estrés, ser capaz de negociar, comunicar correctamente, innovar y crear, tener iniciativa, saber tomar decisiones.
Estas son competencias muy necesarias, para ello es importante promover el desarrollo de estas habilidades de forma que los estudiantes aprendan a ejecutar lo que aprenden y no se limiten a absorber pasivamente conocimientos y los olviden tras el examen. Porque hay alumnos lógicos, pragmáticos, creativos. Y el sistema debe adaptarse a toda esa diversidad, en las escuelas el desarrollo pragmático de estas habilidades está relacionada directamente con el deporte, pero cuando se habla de las ventajas de la actividad física, a menudo centramos la mirada únicamente en los beneficios sobre nuestro cuerpo.
Pero lo cierto es que la actividad deportiva es tan favorable para el físico como para la mente. De hecho, el deporte es una de las herramientas más útiles para trabajar y mejorar factores como la salud mental y la inteligencia emocional.
“El deporte te permite, en muy poco tiempo, trabajar todos los componentes emocionales importantes. Múltiples estudios han demostrado que los jóvenes que practican deporte habitualmente tienen un mejor desarrollo en aspectos como la inteligencia emocional y el control de las emociones. La definición más aceptada de inteligencia emocional la describe como la capacidad humana de sentir, entender y controlar los estados emocionales de uno mismo y también de los demás.
Entre los elementos que la componen están la autoconciencia emocional, es decir, el conocimiento de uno mismo; la empatía, saber ponerse en el lugar de los demás; la automotivación y las habilidades sociales para interactuar con los demás, entre otros.
El deporte es una “herramienta transversal” para trabajar todos los componentes de la inteligencia emocional.
En la práctica deportiva debes conocerte a ti mismo para ser consciente de tus límites; pones en práctica la empatía, ya sea con tus compañeros o los rivales.
Este es el reto de la educación moderna y lo que todos debemos buscar preparándolos no solo para acceder a un buen puesto de trabajo, sino que el sistema educativo debe ir más allá y es preparar a sus estudiantes con integridad y que puedan alcanzar su realización con familias sólidas y felices.
Por ello que Daniel Goleman, psicólogo y periodista científico de renombre internacional especializado en el cerebro y las ciencias del comportamiento sostiene que “el coeficiente intelectual parece aportar tan sólo un 20% de los factores determinantes del éxito y la inteligencia emocional representa el 80% de éxito de la vida”.
El reto entonces es educar en valores, para la vida. Buen domingo a todos.
Escrito por: Javier Haro
Licenciado en Sociología.
Bachiller en Derecho.
Estudiante Maestría en Derecho Constitucional.
Afiliado a la Asociación Nacional de Periodistas ANP registro 11199.