|ETC.PE|: Conoce la historia de niño chiclayano. En el corazón del empobrecido distrito de José Leonardo Ortiz, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque, donde muchas veces las autoridades han dado la espalda a sus ciudadanos, la esperanza no se ha perdido. La comunidad se aferra a su fe, y entre ellos resalta la historia de Manuel Florencio Bulnes, un niño de 13 años que ha llevado su talento y espiritualidad a lo más alto, siempre de la mano de Dios.
Manuel no olvida aquel sábado 2 de julio de 2023, cuando fue invitado por la Diócesis de Chiclayo a participar en la apertura de la Asamblea Sinodal Diocesana. El evento fue presidido por quien entonces era monseñor Robert Francis Prevost Martínez, hoy conocido mundialmente como el Papa León XIV.
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El joven acólito, quien también forma parte de las academias de marinera Polo Campos y Linaje Norteño, aceptó con entusiasmo ser parte de esa jornada tan significativa para la comunidad chiclayana. A sus cualidades religiosas, suma su particular don para el baile, el cual considera un regalo de Dios. Por ello, los sacerdotes lo llaman cariñosamente “el acólito marinero”, ya que ha sabido combinar su devoción con la tradicional marinera norteña, presentándose en parroquias, en el seminario y en diversos eventos diocesanos.
Fue bendecido y aplaudido por el hoy Papa León XIV
Durante aquel evento sinodal, Manuel vivió uno de los momentos más memorables de su vida. Al verlo bailar con tanta entrega y alegría, el hoy Papa León XIV se le acercó, lo abrazó con ternura y le dijo:
“Me encanta la marinera. Bailas muy bien, hijo. Sigue en el baile y persevera como acólito. ¡Tienes que ser un obispo!”
Estas palabras marcaron profundamente al niño. Luego de recibir la bendición del Sumo Pontífice, Manuel se dirigió junto a su compañera de baile, Lila, a un concurso de marinera. Llegaron casi corriendo, pero con la energía renovada por el encuentro con el Papa. ¿El resultado? Campeones.
Desde entonces, Manuel no ha dejado de subir al podio. Continúa presentándose en eventos de la Diócesis, manteniendo viva su fe y su arte. Hoy, mientras Chiclayo se prepara con ilusión para una posible visita de su hijo adoptivo más ilustre, el Papa León XIV, Manuel ensaya con dedicación su próxima marinera. Sueña con volver a bailar frente al Santo Padre, como aquel día que marcó su vocación y su camino.
En un distrito muchas veces olvidado, Manuel es prueba viva de que la fe, el arte y la esperanza pueden transformar vidas. Y en su corazón guarda como un tesoro aquel mensaje especial del Papa: “¡Tienes que ser un obispo!”.
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